Nos vamos de compras al Rastro de Madrid, en La Latina

El rastro de Madrid en 1859

El Rastro de Madrid es uno de los lugares míticos de la capital de España. Es un mercadillo especial que abre solo un día a la semana y en el que la compra es lo de menos. ¿Te vienes a descubrir este rincón de Madrid que abrió en el siglo XVI?

¿Cuál es el origen de el Rastro de Madrid?

El siglo XVI estaba terminando en Madrid y las calles de la capital se estaban convirtiendo en una locura. Buena parte de ellas se llenaron de baratillos, mercados públicos donde se vendía ropa de segunda mano. Luego, estos empezaron a vender también comida, y metales, juguetes, accesorios de todo tipo…

Los mercadillos cada vez cogían más espacio en la calle, hasta que la Plaza Mayor y la Puerta del Sol quedaron completamente cubiertas. Finalmente, el 29 de marzo de 1599 se estableció la prohibición de:

«vender cosa suya ni ajena, nueva ni vieja, grande ni pequeña, de día y de noche, en ninguna plaza ni calle»

De modo que estos mercadillos tuvieron que alejarse del área metropolitana. Y se establecieron junto al actual Matadero, lugar que por aquél entonces estaba repleto de edificios donde sacrificaban a los animales. Hoy, la cara es más amable:

Chulapo Rastro de Madrid

Hay varias historias sobre el origen de la palabra rastro, que podemos ver recogida en la RAE:

8. m. En Madrid, mercado callejero donde suelen venderse todo tipo de objetos viejos o nuevos.

La primera de ellas dice que, como el Rastro se instaló en una zona de mataderos y curtidurías, la calle solía bajar roja de sangre. Esta dejaba un rastro donde terminó por instalarse el mercadillo.

La segunda historia dice que el nombre de el Rastro habla de los terrenos donde la corte no tenía jurisdicción, a diferencia de rastro de la corte, donde sí la tenía. Aquellos terrenos donde se perdía el rastro de criminales y ladrones fue precisamente donde se colocó el mercadillo.

De la zona del Matadero fue poco a poco desplazándose hacia el norte, hacia la calle de Ribera de Curtidores, donde abre todos los domingos.

Un paseo por el Rastro de Madrid

El Rastro de Madrid probablemente es el mejor sitio para pasar el domingo en la capital. Dejaremos los mercados para las tapas a media tarde y las azoteas para las escapadas nocturnas.

Lo bueno de este mercado es que no tenemos que ir con intención de comprar nada. Podemos simplemente pasear de un lado a otro, observándolo todo y haciendo fotografías, pararnos a regatear en algún puesto, e incluso escuchar música o hacer alguna parada en una tienda de toda la vida.

Muchas de ellas parecen museos, aunque los museos del Paseo del Arte los dejaremos para otro día.

La mejor opción, a menos que se quiera entrenar y hacer ejercicio por la calle, es bajarse en el metro de La Latina y pasear el Rastro hacia abajo. La alternativa, bajarse en Embajadores, implica una cuesta importante.

Una vez fuera del metro, la vista de la calle de Ribera de Curtidores suele impresionar a los turistas por la cantidad de gente que se reúne. Los puestos temporales montados ocupan gran parte de la calle, dejando poco espacio para caminar, formando dos regueros de personas que suben y bajan.

El rastro de Madrid - Calle Ribera de Curtidores

Como en todas las aglomeraciones, tendremos que tener cuidado con nuestra cartera y pertenencias. Pese a todo, el Rastro es un lugar tranquilo por el que pasear al que podemos acudir solos, con nuestra pareja, en familia o con los amigos. Es una atracción turística que uno no puede perderse.

¿Qué podemos encontrar en el Rastro?

Dicen que si no lo encuentras en el Rastro de Madrid, entonces es que no existe. Y es que en este mercadillo se vende de todo.

Juguetes viejos, muebles, plantas, ropa de todo tipo, gafas (sí, también graduadas), gomas de todo tipo, tamaño y forma, máscaras de gas, cuadros, monedas antiguas, cualquier cromo que te puedas imaginar, videojuegos, música, lotería, electrónica de tiempos inmemoriales…

El Rastro de Madrid gorra de chulapo

La lista continúa ad infinitum, pasando por conciertos y exposiciones ocasionales que rara vez se anuncian previamente. Ir al Rastro es ir a la aventura y a la sorpresa.

En contra de lo que se piensa, el Rastro no solo está hecho de puestos. También hay tiendas en edificios. Algunas de ellas auténticas galerías de arte en las que encontramos cuadros, objetos antiguos e incluso estatuas.

Cerramos con una de las mejores visitas cortas al Rastro de Madrid, de la mano de los expertos en viajes «¿Dónde vamos, Eva?»:

Imágenes | Daniel Perea, manuel (CC BY-SA 2.0), victorgrigas (CC BY-SA 4.0), fauria81 (CC BY 2.0)

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