Sin lugar a dudas el Parque del Retiro es el más conocido de la capital, pero Madrid esconde multitud de jardines históricos que permiten escapar del bullicio incluso en el centro de la ciudad.
Un ejemplo perfecto es el Campo del Moro, un parque de finales del s.XIX con una superficie de 20 hectáreas que fue declarado de Interés Histórico-Artístico en 1931.
Los promotores del jardín quisieron ponerle un nombre que tuviera relación con un episodio histórico, y eligieron el intento de reconquista de la ciudad por parte del caudillo musulmán Alí Ben Yusuf, quien estuvo acampado en esta zona con sus tropas.
Su situación es perfecta, en pleno centro y muy cerca de la Plaza de España. Al norte está delimitado por los Jardines de Sabatini, el Palacio Real y la Catedral de La Almudena, y al sur por el Río Manzanares.
Aunque es de planta rectangular, el interior no es muy homogéneo debido a que durante su construcción ha pasado por diferentes estilos; Formalismo, Naturalismo, Neogótico y Arquitectura Funcional.
Se podría definir como una mezcla de jardines bien cuidados con un bosque más natural compuesto de 70 especies de árboles, entre los que hay ejemplares de más de 150 años que si hablaran podrían contarnos muchísimas historias palaciegas…
También encontraremos algunas aves (Faisanes, tórtolas, palomas y patos), aunque los reyes indiscutibles del parque son los Pavos Reales que deambulan en libertad por todo el recinto.
La Avenida Principal que verás nada más entrar al parque es sumamente bella. Un bulevar ajardinado limitado por caminos de arena y árboles, dos elegantes fuentes (la de las Conchas y la de los Tritotes), y el Palacio Real como telón de fondo.
A todo esto hay que añadir un conjunto monumental perfectamente integrado en el entorno que crea rincones realmente bonitos; La Fuentecilla de la Almendrita, las coquetas edificaciones del Chalé del Corcho y el Chalecito de la reina, la Gruta de Juan de Villanueva, la esculturas de Isabel II y Francisco de Asís de Borbón etc
El acceso al público se realiza por una única entrada situada en el Paseo de la Virgen del Puerto, lo que contribuye a que no esté atestado de visitantes y se pueda pasear tranquilamente, sobre todo si nos desviamos de los caminos principales.
Sin lugar a dudas aconsejamos dar una vuelta por este magnífico parque, respirar un poco de aire fresco en el centro de Madrid, sentarse en un banco a leer un libro, hacer hermosas fotografías… en definitiva, salir del ajetreo de la ciudad y relajarse un poco.